miércoles, 23 de septiembre de 2009

Encarnación Ezcurra

No hice tiempo a leerlo entero y tampoco creo que valga la pena imprimirlo, pero me pareció muy interesante este texto:

Encarnación Ezcurra de Rosas: ¿La mujer que inventó a Rosas?
María Cristina del Villar
(*) Reunión Lacanoatinoamericana de Psicoanálisis. Tucumán 2003.
Más de uno de los amigos que gentilmente, han venido a acompañarme en esta presentación saben de mi gusto por nuestra historia nacional. Lecturas, que les confieso disfruto muchísimo, pero de las cuales me siento deudora. Deudora en un doble sentido: creo que solamente sabemos hacia dónde vamos si conocemos de dónde venimos, para leer allí esos puntos de fijación gozosa que nos conducen a lo peor, pero también nos permiten crear un modo diferente de goce, atravesado por la ley. Lecturas que en acto me hacen avanzar en mi práctica analítica.
En esta oportunidad las cartas de Encarnación Ezcurra de Rosas a su marido, así como recopilaciones de la época tomados como un texto clínico, me permitieron poner a trabajar ciertas hipótesis en relación a la melancolía y concluir que su vida se desencadenó como la de un sujeto melancólico.
Primero voy a comentarles mi hipótesis en relación a ésta y luego en el relato historia voy a irè articulando dónde estas hipótesis se van sosteniendo.
Freud nos dirá en "Duelo y Melancolía" (1) "En el primer tiempo del duelo, cuando el objeto amado no existe más, llámese objeto perdido o pérdida de ideales, pérdida de la patria, etc. comienza el desasimiento de la ligazón con el objeto. Es el tiempo en que la falta vuelve al yo. En un segundo tiempo será necesario descubrir, en qué se le ha faltado al ser amado para representar su falta, para así en un tercer tiempo desplazar la líbido hacia otros objetos. Luego nos dirá: " Tanto el duelo como la melancolía, hasta el primer tiempo del duelo, no se diferencian, es en el segundo tiempo de éste o sea descubrir en qué se ha faltado al ser amado para representar su falta lo que el melancólico no puede hacer." También nos dirá Freud que la melancolía corresponde a una fuerte fijación en el objeto de amor, así como una escasa resistencia de la investidura libidinal de objeto. (1)
J. Lacan y los textos de varios colegas a los cuales les agradezco sus aportes me permitieron avanzar un paso más: "Lacan nos dirá en relación al duelo(2): "Es la pérdida esencial originaria lo que se reactiva frente a cualquier pérdida. Cuando en el proceso de duelo la libido vuelva al yo y la falta vuelve al sujeto i(a) sostenido por (-e) restaura el vínculo con el objeto fundamental, objeto a y relanza la metonimia para que así luego se podrá encontrar un sustituto de objeto.
Si partimos desde aquí, ¿ Qué sucede en la melancolía? Cuando la líbido vuelve al yo, el vínculo no se restaura "porque falta el sostén, falla (-e)", entonces la metonimia no se relanza. Esto es lo que pone en evidencia la naturaleza de la sustitución, que por vía regresiva propicia la identificación narcisista. El vínculo libidinal no se reactiva en la relación de objeto. El camino estaría bloqueado porque habría una disfunción en el (-e) que inhibe la metonimia en el punto de nacimiento del deseo, porque impide el entramado entre el objeto y la falta en el Otro(2).
Recordemos que (-e) es la reserva libidinal en el Otro para futuros investimentos de objetos de los cuales el sujeto se apropia en la segunda identificación: Incorporación. También el objeto en la melancolía en tiempos instituyentes que tendría que funcionar como causa de la división subjetiva entre sujeto y objeto, al no portar el significante fálico 0, el significante del deseo, no pone en causa ningún resto. Tanto en la melancolía como en el duelo la pérdida del objeto amado, ideales, un goce, que al sujeto lo sostiene estructuralmente anudado, al reactivar la pérdida originaria también pone en evidencia sus fallas.
Hipótesis: En la melancolía hay una reserva libidinal no donada, no inscripta, en consecuencia ante una pérdida no hay desplazamiento de líbido a diferentes objetos por no contarse con esta reserva libidinal, que podría explicar una futura caída del sujeto.
El sujeto está identificado al objeto, no tiene con qué recubrirse imaginariamente, no hay fantasma constituido que hace de parate al otro. No se constituyó como objeto imaginario de la falta imaginaria de la madre, hay una forclusión del Nombre del Padre en lo simbólico. El sujeto es el a, no funciona como si fuese el a.
Paso a articular estas hipótesis, a partir de cartas entre Encarnación Ezcurra de Rosas a su marido y amigos de ambos.
Mi Juan Manuel,
"No sé cómo decírtelo; pero por favor apresurá nuestro casamiento porque estoy embarazada; te quiero mucho Encarnación".
¿Estaba realmente embarazada? Nadie podría realmente afirmarlo o negarlo. Ese día esperaba ansiosa a su novio, era día de visita. Viéndola a contra luz resaltaban sus rasgos nítidos: ojos de mirada firme, distante, casi fría, muy penetrantes, facciones regulares, muy juvenil, apenas quince-dieciseis años.
Se había criado en un hogar de ocho hermanos y hermanastros. Ella era la quinta hija mujer del matrimonio de Teodora de Argibel y Don Juan de Ezcurra. Después de ella tres varones.
Pertenecían a una típica familia ganadera de ese tiempo. La madre de Encarnación Teodora, provenía de una familia castiza. Su casamiento había sido arreglado desde los Argibel para conservar por esta vía cierto confort económico que corría peligro. Don Juan de Ezcurra hijo de criollos de una generación de menor alcurnia que los Argibel, pero de fortuna, había visto en este casamiento la posibilidad de ser reconocido socialmente.
Teodora era una mujer fría, distante, cuyas ilusiones de juventud se habían visto esfumadas a partir de ese casamiento. Era una mujer elegante, rubia de ojos claros profundo, siempre añorante de su castilla natal. Duelo renegado que retornó en lo real en los padecimientos de sus hijos.
Su marido que vivía más administrando las estancias que con su familia, era buen ganadero pero sumamente ausente y mujeriego. No funcionó en lo real de la escena como un hombre que demandara a su mujer desde el amor ni a ninguna otra, propiciando de ese modo un corte de goce entre ella y sus hijos o un modo de alojarlos amorosamente.
Para Teodora, Josefa la segunda de sus hijas, segunda igual que ella fue la luz de sus ojos, rubia, de ojos claros dicharachera, transgresora. Sólo para ella había siempre atenciones, decires cálidos, juegos compartidos con la madre. Veía en ella la posibilidad de indemnizarse por tantas ilusiones frustradas.
Después del nacimiento de ésta, cada nuevo hijo pasó inmediatamente a ser criado por la pléyada de mulatas habitantes de esa casona, junto con los hijos naturales de éstas con Don Juan de Ezcurra. Encarnación nunca fue acogida amorosamente por su madre ni por una mulata que hiciera de sustituto de ella, de mano en mano, indiferenciada, entre esa pléyada de niños. Así vivió Encarnación su primer infancia entre éstas mujeres, hermanos y hermanastros no reconocidos.
Hasta aquí se puede leer cómo el impedimento se situaba en el vínculo inaugural de la relación imaginaria entre Encarnación y el Otro primordial.
Freud lo decía así : "Cuando el lactante no puede diferencia la ausencia temporaria de la pérdida duradera, es necesario una serie de experiencias consoladoras, hasta que aprenda a diferenciar que a una desaparición de la madre le sigue su reaparición. Cantos, caricias, miradas, objetos que la sustituyan hacen más placentero éste tiempo. Si estas experiencias no se llevan a cabo posibilitan el futuro de una melancolía de profunda desesperación."(1)
También en el juego con la madre de ocultar y descubrir el rostro materno, nosotros agregamos o un sustituto amoroso de ella, le permitirá al niño ir discerniendo entre la ausencia temporaria de la pérdida duradera y así sentir una añoranza sin desesperación. Si este aprendizaje se realiza posibilita no sólo la ausencia de la pérdida sino que experimenta placer al repetirlo. El juego de ocultar el rostro es anterior al de ocultar objetos porque la presencia de la madre o un sustituto es imprescindible para que se inscriba en el circuito del placer y luego ser repetido. La repetición, instaura el recubrimiento simbólico de la pérdida. Si la madre no está, o un sustituto, puede darse que la falta no opere y el fantasma no termine de constituirse.
Encarnación para esta madre no tenía un lugar. Entre sus hermanos había logrado ciertas diferencias, a través de un carácter rebelde y un voluntarismo asombroso, que la destacaba desde muy chica. Se imponía a los demás con la fuerza de la mirada o con bruscos movimientos. Sus palabras y argumentos entre hermanos siempre ganaban.
Sabemos que la mirada no es cualquier objeto, dice por excelencia de la falla de inscripción de la castración del Otro primordial, miro porque deseo que me mires.
Los Rosas mantenían una relación social y cordial con los Ezcurra.
Juan Manuel era un continuo concurrente a esa casa. Era el primogénito de Juan Manuel Ortiz de Rosas y Agustina López Ozorno. Su madre era la única heredera de una gran fortuna en campos, que ella administraba personalmente. Ésta mujer que se imponía por su sola presencia había elegido a Juan Manuel, el mayor de sus veinte hijos como el administrador de los campos heredados de su padre.
Él impuso en ellos "Un libro de reglas" cuasi militares heredadas de su abuelo a las que agregó su propio sello, castigos corporales. Goces fijados de generación en generación.
Para Encarnación ese hombre elegante, decidido, culto, altivo, que sobresalía con un lugar de primogénito, de ojos celestes y pelo claro, como Josefa la preferida de su madre, con agalma propio, le daría un lugar, la haría brillar. Pone sus ojos en quien por sus características físicas y de carácter, era un doble imaginario de Josefa, la hija preferida de su madre. Elección narcisistica de Teodora Argibel y Ezcurra.
Encarnación se enamoró perdidamente de él. Tenía que llamar su atención y lograr que la tuviera presente en esas largas ausencias en los campos. Cada vez que partía, le dejaba una pequeña cartita donde le contaba chimentos de la familia, de la política, lo que sucedía en la ciudad.
Carta a Juan Manuel
"...Mi querido amigo si pudiera ayudarte en algo, quizás cuando... Deseo serte útil, aunque sea para entretenerte en esas soledades del campo..."
Cariñosamente Encarnación. (I)
Lacan nos enseña que el deseo genera deseo, así como que la relación entre los semejantes es efecto de discurso, discurso en el que podemos recortar un primer significante que se repite: útil
Logra enamorarlo.
A Encarnación el noviazgo con esas largas ausencias de Juan Manuel, cada vez le causaban más sufrimiento. Actualizaban ese sufrimiento inaugural por la falta materna en lo real de la escena.
Es así como en una de las visitas de su novio le deslizó una carta que él dejó en su escritorio sabedor que Agustina apenas partiera a los campos revisaría y leería.
Comenzaba así :
"...Apresura nuestro casamiento... porque estoy embarazada...
Cariñosamente Encarnación."(I)
Es así como el diez de mayo de 1813, él con veinte años y ella con apenas diecisiete-dieciocho se casaron en La Merced. A pesar del disgusto de ambas familias, había que salvar el honor.
La nueva familia a la usanza de la época fue a vivir a la casa del novio, éste al poco tiempo retornó al campo y Encarnación en Buenos Aires, bajo el ojo censor de Agustina.
El cuerpo no le crecía, los ácidos comentarios y continuos desplantes de su suegra le hacían la vida imposible. Ella esperaba el momento oportuno para hablar con su marido, mientras seguía comunicándose con él por carta diariamente.
Por fin la gran noticia, iban a ser padres. El nacimiento del primer nieto no atemperó las agresiones de Agustina hacia su nuera, la que decide al fin relatar sus padecimientos al marido. Rosas, intentó parar a su madre al presenciar una hostigación hacia su mujer. Agustina no se dio por vencida, dejó entrever a su hijo que sospechaba de una mala administración por parte de él.
Por toda respuesta ante esto se produjo "un acto" que se pudo leer como tal, en el a posteriori de éste. Por toda respuesta le dijo a su madre:
-"Dejo acá papeles y documentos. Encarnación, agarrá nuestro hijo, nos vamos.
- "Como tu digas mi Juan Manuel".
-" Nos vamos, renuncio".
-" Yo siempre te acompañaré como tu mejor amiga a donde sea".(I)
Dejó un poncho y un chaleco regalo de su madre y ante el estupor de todos los presentes cargó bártulos y familia y sin un peso partió hacia lo de los Ezcurra. Se inauguró un nuevo deseo para ambos, ella por primera vez sentía un lugar, no el del desecho como le actualizaba Agustina, uno valorado por él. Que no partió, ni armó ella, él se lo dio. Ella a él le propició el corte con su propia madre, un intento de un nuevo tiempo subjetivo se inauguró para ambos a partir de ese acto. Encarnación más que nunca deseaba serle útil, cuidar a quien la alojaba en lo real de la escena.
Comenzaron desde cero, él administrando campos para otros, luego la sociedad con Terrero, los Anchorena, más tarde el negocio de los saladeros y luego sus propios campos.
Los hijos fueron llegando pero para Encarnación identificada a su madre, no fueron motivo de goce. Se criaron entre las tías, mulatas, primos y abuelos. Retorno en lo real de la escena de un goce no barrado materno. Ella sólo deseaba hacer y hacer para él.
¿Por qué, en qué la anudaba esto en su estructura?
Comenzaron a llegar a la vieja casona cuentas de la peonada, de los saladeros, etc. Encarnación, sólo sabía leer y escribir pero era tan fuerte el querer hacer por él, que comenzó a ordenarle las cuentas, se agenció un escritorio y poco a poco comenzó a realizar un trabajo de contadora pera él y los amigos federalistas de Juan Manuel como el Coronel Quiroga. En el escritorio pasaba prácticamente todo día.
Crecían rápidamente en lo económico y con la misma rapidez venían los acontecimientos políticos que ella se encargaba de comunicarle en sus cartas. La gauchada militarizada de Juan Manuel cada vez era más importante.
Encarnación deseaba que él llegara al poder y serle útil para ello. Él con poder, ella al fin con un lugar poderoso que la diferenciara imaginariamente.
En el escritorio recibía aparte de los federales, a personajes de la política que querían saber de su marido. En su casa nunca faltó un plato de comida para los marginales, los visitaba en sus casas, comenzó a organizarlos barrialmente y les prometió que su Juan Manuel lucharía por ellos.
La paz lograda sobre débiles estamentos entre el Poder Central y los caudillos litoraleños no duró mucho Balcarce fue enviado desde Buenos Aires para tomar la provincia de Santa Fe, allí se encontró una ciudad habitada sólo por mujeres y niños.
Ella desde su escritorio, convenció al Poder Central que el único que podía poner orden, ya que contaba con un ejército propio, autoridad suficiente y cultura, era su marido. Lo convocan, no duda en aceptar, previas cartas de su mujer. Si bien era federalista no aceptaba los grupos de liberalistas independientes, él creía en el autoritarismo personal.
Partió desde Los Cerrillos, hacia Buenos Aires recalcando a su gauchada sus ideas de orden y disciplina.
El siete de octubre de 1820 fue designado "Coronel de Caballería" y se lo llamó públicamente "Restaurador del Orden y la Autoridad". Le solicitaron que quedase al mando civil de la ciudad. Para aceptar pedía poderes generales que no le fueron otorgados. Parte al sur con una misión: abatir a los indios.
Carta de Encarnación,
"Juan Manuel mío, a mi ver mejor que ahora te debes retraer cuanto te sea posible de los magnates que no hacen otra cosa que explotarte y sólo te muestran amistad porque te creen como en realidad sos, don preciso, déjalos que marchen solos hasta que palpen su nulidad, que no tardará muchos días...Todos los de su calaña no tenían más paño de lágrimas que yo y todos los días me molían. Por aquí ya no aportan después del triunfo. No me importa nada. Ya para nada, nada los necesito. Sin dejar de servir por ello a los pobres. El pueblo está tranquilo. Como que todo lo han hecho ya. Ellos que no tienen aspiraciones te siguen apoyando, entran y salen de nuestra casa, donde sabes, nunca les falta un plato de comida. A ellos con sólo mirarlos me obedecen."
"Tu fiel amiga y compañera. Encarnación Ezcurra de Rosas"(I)
Cada vez más delgada sin color casi no comía, era un rostro sin brillo agalmático. Dicen los libros del historiador Lynch: "Era una pálida figura deteriorada por el propio desinterés hacia su persona"(II). No registraba si su cuerpo necesitaba descansar, casi no dormía. En cada encuentro con su marido, éste le reprochaba lo delgada y descuidada que estaba, por toda respuesta decía: " Estoy sana para seguir luchando"(II).
Incurría por momentos en lo que Lynch llamó "estados de anestisia afectiva", solo salía de éstos, con hiperactividad haciendo para él.
Los hijos, la belleza femenina, el halago de los hombres, las tertulias, el teatro, los bordados o cualquier otros goces de esa época no existían para ella. Goces desamarrados de otros goces.
En lo dicho anteriormente podemos leer: El cuerpo se tiene por pedazos hasta el momento en que en el Estadio del Espejo se reúne en una imagen, y es visto como un objeto otro Las percepciones externas e internas se convierten en una imagen que comprometen lo visual Es en este estadio, en ese momento que debiera ser jubiloso en que el infans se asume como totalidad en la imagen especular que el niño se vuelve hacia el adulto, busca el asentimiento del Otro para que le ratifique el valor de esa imagen. Este asentimiento es solo un indicio del vinculo inaugural de la relación imaginaria que comienza con el investimento libidinal de la imagen. Allí pasa algo más, la falta del Otro primordial.(Seminario de la Angustia).
La superficie del cuerpo deviene soporte real del Yo, imagen real, imagen del cuerpo que se comporta como un objeto, es el i(a) que como imagen es la proyección de una superficie. No es la imagen de a, ni tampoco un objeto, i(a) es un engaño de complitud y unicidad anticipada, el operador del engaño es (-e). El deseo está suspendido de i(a) imagen narcisista, porque (-e) funciona, el falo imaginario en el nacimiento del deseo opera en la coordinación del objeto con la falta necesaria en el Otro. Cada vez que se trata de la localización, imagen del falo en los atributos de un objeto cualquiera, incluso del propio cuerpo, el (-e) hará de portador de la falta. Si esto falta, el registro agalmático, o diría más, registro del propio cuerpo, no está. Más aún en el encuentro siempre fallido con el otro. No registraba hambre, sueño, cansancio, requerimientos de cuidados de parte de su marido.
Vamos leyendo los síntomas de esta melancolía aun no desencadenada
Después de la partida de Juan Manuel al Sur, sabedora que no le habían querido atribuir los poderes extraordinarios, decidió tenerlo presente en la política nacional a partir de estrategias que ideo en su escritorio.
¿Cómo hacer para que retornara?
1833:
"Mi querido Juan Manuel... las masas están cada día mas dispuestas. Los comerciantes nos apoyan, pero los intelectuales de tu circulo siguen callados...Tu tambièn que vergüenza, pero a mi no me importa, yo peleo con todos (...) Acá en mi casa entran solo los decididos. Mándame noticias e indicaciones. Si no lo haces, yo igual se que hacer."
Tu compañera y amiga. Encarnación Ezcurra de Rosas.(I)
No recibió respuesta. Nuevos inventos; Primero creó "Los Comisarios", que apedreaban las casas de los unitarios por las noches, logró así que más de una familia huyera hacia Uruguay. Después vino la lucha de Pasquines donde lo nombra a él "El Restaurador de las Leyes". La difamaban, ella difamaba. Le quieren hacer a Encarnación un juicio político publico. El once de octubre de 1833 el pueblo entero se levanta, no lo permiten. La ciudad es un nuevo caos. Lo convocan al Coronel Quiroga viejo amigo Federal de los Rosas. Entra a la ciudad y logra apaciguar lo ánimos. Él comienza a ser el centro político de la misma. Encarnación ya sabía cómo lograr que volviera
.
Nueva carta:
"Mi querido compañero y amigo, aquí manejo las cosas como puedo. Tus compañeros y amigos esperan tus noticias, les digo la verdad, no se nada de ti. Como en las viejas épocas ha llegado al escenario porteño nuestro aun fiel amigo el coronel Quiroga El ha aceptado apaciguar los ánimos, es el nuevo centro político de la ciudad".
"Tu compañera y amiga, Encarnación Ezcurra de Rosas."(I)
Lo logra. El narcisismo herido produjo el retorno tan esperado.
Entra en la ciudad con toda su milicia gauchesca, apacigua a los militares rebeldes y después de una terrible guerra campal el pueblo entero decide apoyarlo.
Le otorgan "Poderes Extraordinarios" y lo nombran "Restaurador de las Leyes". Encarnación lo había logrado después de veinte años de lucha.
Flaca, demacrada, sin registro de su cuerpo iba y venía organizándole todos los festejos de los cuales participó, esa fue la última tarea de Encarnación.
Juan Manuel gobernaba con plenos poderes, no esperaba cartas que en ocasiones fueron casi órdenes
El tradicional escritorio ya no era el cerrado ámbito donde florecían ideas, proyectos y presencias. Se había convertido en una vulgar pieza de estar, con su tradicional silla hamaca. Silencio denso, vida vacía, tristeza abatiendo hasta el mismo mirar.
Si el rostro de la madre no responde es una de las formas de decir que la falta no se pone en juego. Si no pasa la falta (-e), no tendría chance de operar. En el ámbito de la imagen no pasa nada, y en ese lugar de nada se presentará un vacío sin representación. Esa nada a la que nos referimos, es la representación del vacío de la castración primordial. Falta del Otro en lo Real que a nivel de la representación se presenta como una nada.
Es por la presencia del otro semejante, que la castración imaginaria (-e) ordena la escena.
Encarnación, parecía una máscara de sí misma sin siquiera tener ganas de entender el tremendo vacío producido en su vida.
¿Pero qué desencadenó todo esto?
Carta de Rosas a su amigo Anchorena:
"...Ya no sé qué hacer. Le pido por favor, no sigas así, hacé algo para mejorar. Le digo que la quiero mucho. Si no tenés nada que hacer ahora. También le digo que ya me fue útil, que la quiero ver sana y fuerte... yo me ocupo"
JM. O. de Rosas (I)
Encarnación escribe a su amiga Inés de Anchorena:
"El ha llegado del fondo, abrumador de la inacción, hasta la misma cúspide del poder.Me ha dicho los otros días. Si no tenés nada que hacer ahora, ya me fuiste útil, por favor no sigas así desganada, sin comer, sin amor, inmóvil..."
" Tu amiga y compañera. Encarnación Ezcurra de Rosas."

Podemos leer a la letra en el ruego de ese hombre y en el decir de ella a su amiga sin saber lo que decía, que esta frase de el, "No tenés nada que hacer ahora, ya me fuiste útil...", desencadenaba las fallas estructurales que esa pérdida del lugar de serle útil, pusieron en evidencia.
A pesar de estos decires de él, nada mejoró. Una parálisis le abatió medio cuerpo. No quería comer, nada le interesaba, ni la nueva casa. Sólo pequeños encuentros con él cuando éste hacía como que le interesaba algún consejo útil. Significante útil que la anudó a otro real imaginario, sustituto de Otro primordial faltante. Ella fue el más firme pedestal de su causa. Un duelo debía advenir para comenzar a gozar de otras cosas de la vida. Se puso en juego el segundo tiempo del duelo, que es lo que el melancólico no puede registrar, en qué le he faltado al ser amado. Tampoco tenía resto libidinal para investir otros objetos.
Nos relata el historiador Ramos Mejía, "murió en su cuarto sola sin testigos como el cóndor, su cuerpo prácticamente paralizado y efímero"(II). Rosas al enterarse de su muerte esa tarde, despavorido quiso quedarse a solas con ellas, mandó tapiar todas las ventanas de la casa, organizó los funerales de los cuales no participó.
Renegación de un duelo, que se repite a lo largo de la historia. Cómo leemos estos hechos desde nuestra hipótesis clínica. "Ya no tenés nada que hacer ahora, ya me fuiste útil, te quiero y te quiero ver sana y fuerte", desencadenó lo siguiente: es por la presencia del otro semejante que la castración imaginaria (-e), ordena le escena. Cuando Lacan propone que el melancólico necesita que " ... a través de su propia imagen, pase el a habitualmente oculto a tras de i(a) ahí encontramos también la posibilidad de situar esta disfunción de (-e). El objeto a, no pasa desde el lugar del otro, la falta no se puso en juego, razón por la cual no se produce ese reflejo "brillo agalmático", entonces la dimensión que implica el amor estará anulada, "te quiero por favor mejorate".
Cuando el (-e) no opera como en el caso de Encarnación la dialéctica narcisistica no se organiza: i(a) sustancia del Yo ideal es púra cáscara, no podrá ser máscara de a, es el a. En ésto reconocemos la escasa resistencia de la investidura del objeto. Juan Manuel desde su presencia en lo real de la escena al no requerirla más, ella se quedó sin el sostén de esa imagen real, sin que nadie autentifique el engaño. Se convirtió en una forma sin reflejo, sin brillo fálico llevándola a la muerte real. Mientras Juan Manuel desde su deseo funcionó para ella como rectificador de un engaño que le faltó, el engaño estuvo en juego y ella se sostuvo, pero no pudo sostenerle el S1 y esto también es lo que al melancólico le hace falta. Al faltar esa demanda de utilidad, Encarnación calló como objeto.
Bibliografía:

(1) Freud, Sigmund, Obras completas. Tomo XIV, "Duelo y Melancolía."Amorrortu Editores, 1979.
(2) Lacan, Jaques. Seminario "La angustia". Inédito.
Freud, Sigmund. "Manuscrito 6". Obras completas Tomo Amorrortu Ediciones 1974.
Freud, Sigmund. "El Yo y el Ello". Obras completas tomo XIX. Amorrortu.
D.W.Winicott. "Realidad y juego"."El rostro de la madre en tanto Espejo" . Siglo XXI.
Lacan, Jacques.Seminario XIX. " OU …pire"
Cruglak, Clara. "Clínica de la identificación". Homosapiens Ediciones.
Libros de Historia
(I)Pichel, Vera. "Encarnación Escurra". Editorial Sudamericana.
(II)Lynch, Ramos Mejía y otros autores. "Rosas, se época. Revisión de su historia". Reeditado por la Editorial Sudamericana 2000.

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